Quien más, quien menos todos hemos tenido alguna medalla o trofeo deportivo en la habitación de la niñez.

  Un buen montón de medallas colgando de una estantería como si de un racimo se tratara. Quizás algún trofeo con forma de copa.

  No hacía falta ser ninguna estrella. Campamentos o fiestas escolares son la excusa perfectas para volver a casa con algún que otro trofeo y por supuesto, con el pecho bien hinchado de orgullo.

  Y es que si hay algún campeonato al que no nos gana nadie, es el de inventarnos excusas perfectas e infalibles para celebrar.

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  Al fin y al cabo ¿quién dijo que un concurso de tortillas de patata no puede ser un gran evento con su propio trofeo? Si darle la vuelta a la tortilla tiene casi tanta técnica como el revés en tenis.

  Trofeos deportivos de petanca, mus o incluso de parchís. Medallas de baloncesto, fútbol, o atletismo  han adornado estanterías henchidas de orgullo modesto a lo largo y ancho de España.

  Por fin esas medallas y trofeos deportivos no colgarán de una estantería en la intimidad. Se puede presumir de trofeo en el salón ¿por qué no? Podemos prescindir de las estatuillas de bronce con malogrado realismo, qué mejor que una copa de diseño sobrio o una medalla de líneas sencillas.

  Una medalla o trofeo siempre es bonito por lo que representa. Ahora también es bonito por fuera.